La alergia y la intolerancia alimentaria son la reacción causada por un componente de un alimento, que actúa como elemento extraño en nuestro organismo.
Este componente desencadena una serie de respuestas que pueden ser de un tipo u otro en función de si se trata de una alergia o una intolerancia.
Las alergias alimentarias y las intolerancias alimentarias pueden presentar, en un momento dado, síntomas similares, pero no son lo mismo, se trata de dos afecciones diferentes entre si.
Las intolerancias alimentarias pueden hacer que una persona se encuentre mal pero no tienen un riesgo elevado.
Las alergias alimentarias, no solo pueden hacer que alguien se encuentre mal sino que pueden ocasionar reacciones corporales de alto riesgo y con desenlace fatal.
Las alergias están mediadas por el sistema inmunológico y las intolerancias por el metabolismo, es decir que los “responsables” son mecanismos distintos.
Les intoleràncies sorgeixen quan el nostre cos no és capaç de processar determinats compostos dels aliments per exemple la lactosa de la llet. La intolerància és la mala reacció que la ingestió de certs aliments produeix en algunes persones.
Aquesta mala reacció ocorre a causa d'una digestió, metabolització o assimilació deficient del menjar. Això ocasiona efectes adversos en l'organisme. És possible identificar tres classes d'intolerància:
Primaria: es hereditaria, es permanente y puede presentarse a cualquier edad y normalmente no es posible lograr una rehabilitación completa.
Secundaria: su aparición responde a causas concretas y con el tiempo es posible revertir sus efectos. La solución a este trastorno consiste en atacar de raíz al detonante de la intolerancia y utilizar remedios que ayuden a la mucosa del intestino a regresar a su estado habitual.
Deficiencia congénita: es similar a la primaria, con la única diferencia de que esta disfunción digestiva está presente desde el nacimiento. Existen muy pocos casos diagnosticados con este tipo de intolerancia.
Las alergias se producen cuando el cuerpo entra en contacto con un alérgeno, que es una sustancia que en principio debería ser inofensiva (por ejemplo un grano de polen) y sin embargo nuestro organismo lo identifica como una amenaza y lucha contra él.
Una alergia alimentaria ocurre cuando el sistema inmunitario de nuestro organismo (que normalmente lucha contra las infecciones) interpreta que un determinado alimento es un invasor. Esto provoca una respuesta desproporcionada por parte del sistema inmunitario: “La reacción alérgica”, en la cual el organismo libera una serie de sustancias químicas, como la histamina.
No solo existen reacciones alérgicas directas, si no que también pueden existir reacciones alérgicas cruzadas por contaminación.
Dicha reacción cruzada puede suceder, por ejemplo, cuando un alérgico a los cacahuetes toma chocolate que ha sido fabricado en el mismo recipiente donde anteriormente se fabricó chocolate con frutos secos.
Aunque las reacciones alérgicas que pueda haber presentado una persona en ocasiones anteriores hayan sido de carácter leve, siempre existe la posibilidad de que su próxima reacción alérgica sea de riesgo vital.
El hecho de ingerir una cantidad microscópica de determinado alimento, o a veces incluso el mero hecho de tocarlo o de inhalarlo, puede desencadenar reacciones alérgicas graves. Por este motivo, una persona afectada por una alergia alimentaria debe ser muy consciente de ello, evitar totalmente el alimento problemático y saber individuar su presencia.
La intolerancia puede causar síntomas como:
La reacción alérgica puede ocasionar síntomas como:
Ante la sospecha de padecer intolerancia es primordial acudir a un profesional que pueda confirmar el diagnóstico.
El alimento o sustancias que producen la alergia han de ser retirados lo antes posible de la dieta de la persona afectada y es fundamental que, a partir de ese momento, éste aprenda a identificar en qué productos o comidas se encuentran el o los elementos alérgenos que le afectan para evitar su consumo.
En el momento en el que la alergia sea diagnosticada por un médico, la persona afectada debe hacerlo saber a sus familiares y a su entorno más cercano, así como en el trabajo o escuela, con el fin de recibir la ayuda adecuada en caso de reacción alérgica aguda.
En el caso de los menores, sus padres deberían informar al colegio acompañándolo con el historial para prevenir posibles reacciones por falta de conocimiento de la situación.